Acuérdense de que nuestro cuerpo va a tener que asimilar ensalada rusa, vitel toné, pollo frío, tartas de verduras, tartas de jamón y queso, empanadas, ensaladas de todo tipo, chorizos, chivo, lechón, pollo frío, pollo caliente, pollo tibio, tiramisú, helados, tortas, garrapiñadas, pan dulce, turrones, vino, gaseosas, sidra, champagne y un tecito Cachamai como bajativo. Para semejante andanada de productos que vamos a meter en nuestro interior, tenemos que estar preparados. Convendría que ahora mismo comience una dieta de contención, digamos, ir haciendo espacio durante toda la semana para que al llegar a la celebración el espacio sea considerable.
También convendría hacer ejercicios con la mandíbula para la enorme actividad que ha de tener en dos días. Los dientes tienen que estar bien. Las manos tienen que ser veloces, porque como en la fiesta de Navidad son muchas las manos que están sobre la mesa no es cuestión de perder las mejores tajadas. Y lo principal, la respiración, debemos practicar de tal forma en sincronizar mordida y masticada con la respiración a los efectos de lograr un máximo rendimiento. Tenemos una semana para prepararnos. No dejemos todo librado a la improvisación. Los competidores son muchos y también habrán de prepararse. Que todo sea por mantener en alto nuestra forma de ser en Navidad. Cuando pronuncie la o de Nooooche de paz, aproveche y mándese algo para adentro.