La Policía británica afirmó ayer que ha abortado un complot terrorista de “dimensiones globales” que pretendía hacer estallar, en forma inminente, varios aviones comerciales en pleno vuelo. Según Scotland Yard, participaba en la conspiración, con ramificaciones internacionales, “un amplio grupo de personas”, cuya nacionalidad no se especificó, que planeaban introducir, ocultos en el equipaje de mano, explosivos en varios aviones en aeropuertos londinenses.

    Con relación al plan desarticulado, el secretario de Seguridad Nacional de EEUU, Michael Chertoff, vinculado a la investigación, afirmó que “apunta a una trama de (la red terrorista) Al Qaeda”, aunque precisó que esa conclusión “no es definitiva”. Fuentes de los servicios de seguridad citadas por los medios de comunicación británicos han asegurado que el atentado ahora frustrado podría haberse perpetrado en los dos próximos días.

    La Policía británica detuvo esta madrugada, en Londres y su área metropolitana y en Birmingham (centro de Inglaterra), a 21 personas relacionadas con el supuesto complot, sin especificar su procedencia. Sin embargo, la BBC ha indicado que los sospechosos, que están siendo interrogados en comisarías de Londres, son en su mayoría de nacionalidad británica y de origen paquistaní. Todos ellos han sido detenidos por presunta comisión, preparación o instigación de actos terroristas, en virtud de la ley antiterrorista del 2000.

    En una rueda de prensa, el jefe de la Unidad Antiterrorista de Scotland Yard, el subcomisario adjunto Peter Clarke, explicó que las detenciones de ayer son el resultado de una operación de varios meses en la que han colaborado organismos de seguridad británicos e internacionales. El número de vuelos afectados por la conspiración y su destino concreto continúa “siendo objeto de investigación”, dijo Clarke, al tiempo que la BBC, que citó fuentes policiales, especificó que los aviones afectados por la trama eran diez y tenían como destino Estados Unidos.

    Fuentes estadounidenses vinculadas a la investigación han confirmado que el complot afectaba a tres líneas aéreas de ese país: United, American y Continental Airlines. Clarke se limitó a explicar que los conspiradores planeaban introducir en “vuelos transatlánticos de pasajeros”, a través del equipaje de mano, “artefactos explosivos” que, al parecer, habían sido fabricados en el Reino Unido. Michael Chertoff y el fiscal general estadounidense, Alberto Gonzales, fueron más allá al asegurar que la trama preveía usar “ingredientes líquidos de explosivos y detonadores” que se introducirían en los aviones “cuidadosamente camuflados como bebidas, aparatos electrónicos u otros objetos de uso corriente”.

   La BBC ha afirmado, citando fuentes de la investigación, que se trataría de compuestos químicos que se habrían hecho estallar simultánea o progresivamente en diez aviones con rumbo a EEUU. A raíz de la operación policial, el Reino Unido elevó ayer a “crítico” su nivel de alerta por amenaza terrorista, lo que significa que un atentado puede ser inminente. La amenaza terrorista ha sumido en el caos y la confusión los aeropuertos británicos, mientras que en los puertos del Canal de la Mancha también se han aumentado las medidas de seguridad. La mayoría de los aeropuertos británicos ha tenido que retrasar o cancelar vuelos y ha aumentado los controles de seguridad.