Durante muchos años el fotógrafo de National Geographic Joel Sartore trabajó lejos de casa, documentando la asombrosa fauna salvaje del Parque Nacional de Madidi, en Bolivia, escalando los tres picos más altos de Gran Bretaña o acercándose más de lo debido a los grizzlies de Alaska. 

Orangután

Un día de verano de 2006 Sartore llamó a su amigo John Chapo, director ejecutivo del Zoo Infantil de Lincoln, para preguntarle si podría retratar algunos de sus animales.

Puercoespín arborícola

Al llegar, Sartore pidió dos cosas a Chapo y al conservador Randy Scheer: un fondo blanco y un animal capaz de posar inmóvil. “¿Qué tal una rata topo lampiña?”, propuso Randy Scheer. Colocó al roedor calvo y dentón sobre una tabla de cortar de cocina y empezó a tomar fotos.

Cercopiteco de cola roja de de Schmidt

Puede parecer extraño que una criatura tan humilde pudiese servirle de inspiración para lo que acabaría convirtiéndose en la obra de su vida: fotografiar las especies cautivas y hacer que la gente se preocupe de su destino. Pero emprender una misión de alcance mundial a partir de un roedor minúsculo casa a la perfección con la filosofía de Sartore. “Lo que más me gusta es trabajar con bichos como este, a los que nadie presta la menor atención”, dice.

Orangután de Sumatra

Se calcula que en el planeta existen entre dos y ocho millones de especies animales. Muchas de ellas (entre 1.600 y tres millones) podrían extinguirse antes de que acabe este siglo como consecuencia de la pérdida de hábitat, el cambio climático y el comercio de fauna salvaje. “La gente cree que sus nietos ya no verán algunos animales –dice Jenny Gray, directora ejecutiva de los Zoos Victoria de Australia–, cuando la realidad es que están desapareciendo ya.”

Camaleón pantera

Los zoos son la última esperanza de muchos animales abocados a la extinción, pero apenas acogen una mínima parte de las especies del mundo. Así y todo, Sartore calcula que fotografiar la mayoría de las especies en cautividad le llevará 25 años, si no más.

Panda gigante

En los últimos diez años ha fotografiado más de 5.600 animales para el proyecto personal que llama PhotoArk («Arca Fotográfica»). Ha retratado animales pequeños (una rana punta de flecha verdinegra o una mosca de Mydas), grandes (un oso polar o un reno norteamericano de montaña), animales marinos (un pez cara de zorro o un calamar hawaiano) y aves (un faisán de Edwards o un turpial de Montserrat). Y mu­cho más. Dice que no parará hasta que se muera.

Rana dorada de Panamá

La mayoría de los animales del PhotoArk, proyecto apoyado por National Geographic Society, nunca habían sido fotografiados con tanto detalle, haciendo que sus rasgos, su pelaje o su plumaje se aprecie con tanta claridad. Si desaparecen, las fotos servirán para recordarlos. El objetivo de Sartore “no es solamente componer una necrológica gigantesca de lo que hemos echado a perder –afirma–. El objetivo es ver estos animales tal y como eran cuando vivían”.

Serpiente ratera rinoceronte
Pangolín arborícola africano
Loro cacique

Fuente: National Geographic