¿Se puede disfrutar de las relaciones sexuales sin que haya un compromiso de por medio? Este es el interrogante que muchos hombres y mujeres se plantean a diario y, aunque parezca una obviedad, las más de las veces se transforma en el “gran conflicto” de las parejas. Moralidad, afecto, libertad, respeto y hasta el amor se sitúan como obstáculos para algunos y creencias inamovibles para otros. Por ello, a continuación ofrecemos un breve panorama sobre la situación tal y como se vive hoy, teniendo en cuenta que las elecciones son individuales y que es uno mismo quien decide de qué manera enfrentarse al sexo.
DIVINAS TENTACIONES. Sexo versus amor es un planteo que ha sido dejado en el olvido. Simplemente porque son dos actitudes compatibles en diferentes etapas y momentos de la vida que varían según la creencia de quien los ostente. Disfrutar de la sexualidad sin que haya un compromiso de por medio probablemente permita a algunas mujeres desinhibirse mucho más e, incluso, pensar menos en su compañero y más en ella misma en la cama. Pero, por otra parte, ¿quién dice que una relación puramente sexual no pueda evolucionar hacia algo más? Posibilidades, todas las que uno imagine.
SEXO POR SEXO. Muchas veces sucede que no amamos a quien deseamos, ni deseamos a quien amamos, lo que rápidamente se nos impone como una dificultad moral o un pesar de conciencia. Pero como miembros de una sociedad libre, cada quien puede decidir de qué modo perfila sus instintos y cuáles son las conductas a adoptar. Los que propician el sexo sin amor (o el tener relaciones por mero deseo sexual) deben saber que es perfectamente factible y puede ser muy divertido y placentero.
Pero incluso en las relaciones sexuales en las que no hay ningún vínculo afectivo, hay entre los dos miembros de la pareja algo que les hace estar juntos: atracción. Para la psicóloga clínica Marta Arasanz,miembro de la Federación Española de Sexología, el sexo está intrínsecamente ligado a la afectividad pero no tiene por qué estarlo al amor: “El ser humano posee un gran abanico de sensaciones, como la atracción, el deseo, el cariño, y de ahí surgen las relaciones. Aunque es difícil que dos personas que comparten libremente el sexo no sientan algo la una por la otra, ese sentimiento no debe ser necesariamente amor”.
De allí que concluyamos que podemos tener sexo con amor, amor con cariño o cariño con sexo. Una vez clara la factibilidad de las relaciones sexuales sin un vínculo afectivo profundo, es necesario descartar que esto sea una realidad de los dos sujetos que las practican, porque de nada serviría ostentar la bandera de la libertad sexual si escondemos, en el fondo del corazón, un afecto intenso por quien tenemos enfrente. Lo imprescindible para que el contacto sea óptimo es “reglas caras y aceptadas por ambos”. Porque, sea cual sea la elección, el convencimiento individual es sustancial para el bienestar personal y de pareja.
SEXO POR AMOR. Es válido aclarar que no se trata ni de caer en la dictadura del sexo por amor, ni tampoco de desvincular el sexo del afecto, o abogar por un sexo sin trabas. Lo importante es individualizarse emocionalmente, hacer valer el derecho a lo personal, a existir como ser diferente en la esfera sexual. Así, habrá momentos para tener sólo sexo y otros sólo para el amor, o para amor y sexo, sin que por ello se etiquete, por ejemplo, a la mujer como liberada u obsoleta. Según Arasanz,“hay que ser libre para amar y dejar que el otro lo sea también”.
Hacer el amor es ir creando un lenguaje bilingüe en el cual puedan entenderse los amantes. Y allí donde no haya palabras, que existan los gestos. Se trata de escribir una intimidad de a dos para poder crecer y ser, y en ese “soy” de cada uno, que quepa el otro. “El sexo es delicioso, pero con amor se transforma en algo extraordinario. Va más allá del placer, es una compenetración”, finaliza la sexóloga.