En un espacio en el cual cada vez más los clientes tienen en cuenta los valores y la ética profesional de las empresas a las cuales les compran, deriva en que nos tenemos que replantear las “buenas prácticas en el marketing”

Ya no resulta suficiente con ofrecer un servicio o producto a un precio correcto, en el lugar indicado, buscando sólo vender la mayor cantidad posible. Lo que hoy se les exige a las marcas es ser auténticas, transparentes y poseer valores que acompañen los tiempos que corren. 

Para los consumidores más jóvenes no es un buen producto uno que proviene de una empresa que no tiene responsabilidad social, que se ha comprobado que contamina el medio ambiente, que utiliza trabajo infantil, etcétera. 

Pero no debemos tomar a la ética en el marketing como una “estrategia”, sino que debemos tomarlo como una filosofía empresarial en todos los sectores de la misma. Cada acción de marketing que realicemos debe ser tomada en cuenta no sólo desde el punto de vista del beneficio económico, sino que debe pasar también un filtro ético. 

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Para poder verlo con mayor claridad, aquí algunos ejemplos concretos de malas prácticas en el marketing, en acciones tales como:

-Cobrar un precio distinto de acuerdo a ciertas características de los clientes (nivel socioeconómico, educativo, aspecto físico, etcétera).

-Atraer clientes con un producto a precio muy bajo y luego decirles que no hay más stock del mismo e inducir a que compren uno más caro.

-Promover falsas rebajas.

-Realizar testeo en animales.

-Vender productos prohibidos (alcohol y tabaco a menores).

-Vender productos vencidos.

-En una promoción, mostrar una foto de un producto que luego en la realidad es mucho más pequeño (por ejemplo: una hamburguesa), o que es diferente.

-En redes sociales, contactar a las personas sin consentimiento previo y forzarlas a ponerse en contacto con la empresa.

-Emplear estereotipos en la comunicación.

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Hay una realidad: las buenas prácticas en el marketing traen beneficios, que en algunos casos se visualizan en el mediano o el largo plazo; ya que el cliente percibe cuando el marketing aplicado no es engañoso ni abusivo, y lo agradece con fidelidad y recompra. Y esto ocurre cada vez más.

Por lo tanto, tener una conducta ética es también es muy beneficioso económicamente, si lo queremos ver desde un punto de vista más comercial.

No prosperarán con las nuevas generaciones y en el largo plazo las empresas que contaminan indiscriminadamente el medio ambiente, que comunican de manera engañosa o no realizan acciones con la comunidad que las rodea.

Resulta necesario generar un replanteo institucional, haciendo una revisión de todas las prácticas que realizamos,  apuntando a la generación de un código de ética básico que pueda ser aplicado a todos los sectores de la empresa.

Autor: Alejandra Kindzersky (Investigación de Mercados – CraneandoT). Por consultas o sugerencias escribir a aleiskind@gmail.com