El rol de la mujer ha evolucionado, sobre todo en este último siglo. El ideal de vida femenino era el de esposa y madre, es decir, que si una mujer no estaba con un hombre no se sentiría realizada y feliz. Por suerte, los tiempos han cambiado y la situación de la mujer queda lejos de esa idea de mujer tradicional.

La mentalidad y los modelos familiares han cambiado, pero ciertas áreas como la publicidad, la literatura, el cine o simplemente la influencia que ejercen personas a nuestro alrededor algo más tradicionales, no dejan de bombardear con una idea en concreto: que la felicidad de la mujer se encuentra en el matrimonio. Es decir, que sólo se podrá sentir realizada si tiene una pareja a su lado.

Es por ello que muchas mujeres, sobre todo entre los 30 y 40 años de edad, independientemente de sus logros profesionales o intelectuales, sienten un impulso incontenible y una necesidad latente de vivir en pareja y de formar una familia como símbolo tangible e irrefutable de haberse realizado en la vida.

“Muchas mujeres entre los 30 y 40 años, independientemente de sus logros profesionales o intelectuales, sienten el impulso y la necesidad de estar en pareja y de formar una familia”, explica la psicoterapeuta y directora de Coaching Club, Verónica Rodríguez a El Mundo.

Se trata de un fenómeno conocido como Síndrome de la cama vacía, el cual tiene que ver con la sensación de desprotección, tristeza y soledad, asociado al hecho de dormir sola.

Esta situación también tiene que ver con el rol que la mujer tiene actualmente, donde ya no  se rige por el papel de esposa y madre que se desvive por el hombre. Aún dentro de todo el rol de mujer fuerte e independiente, existe cierto malestar en torno al tema de la soledad.

Los síntomas del síndrome de la cama vacía

El síndrome de la cama vacía suele ser frecuente tras una ruptura o separación, incluso cuando se lleva un tiempo soltera.  ¿La causa? La cama es un lugar sagrado donde nos mostramos en nuestro punto más vulnerable y compartirlo es un paso enorme. Al marcharse el otro desaparece la seguridad, la realización y el reconocimiento, dando paso a la inseguridad.

Así, mujeres de más de 30 años, con carrera, máster, con un buen trabajo y con exitosos logros profesionales pueden ser proclives a presentar este síndrome. Normalmente sin pareja, pero en ocasiones junto a una persona a la que han elegido más por necesidad que por amor o conexión real. Mujeres que viven la soledad como un castigo y que se sienten desprotegidas y tristes cuando están en casa y tienen que dormir solas. Este sentimiento de soledad e incluso de frustración por el hecho de no tener pareja es la base del síndrome de la cama vacía.

Los síntomas son claros: sensación de desprotección, tristeza y abandono, lo que también puede ir acompañado de toxicidad emocional, trastornos del sueño, pensamientos obsesivos y desórdenes depresivos. 

Las mujeres que sufren este síndrome llegan a preguntarse a sí mismas si están solas debido a que son muy selectivas o su forma de ser es muy independiente y, por lo tanto, asustan a quienes se plantean tener una relación con ellas. Surge el pensamiento de que no son suficientemente buenas y nace la inseguridad, por lo que, en muchas ocasiones, acaban iniciando una relación sólo por la presión social.

No se sabe con seguridad la cantidad de mujeres que lo padecen, no hay estadísticas y muchas son reacias a contarlo cuando acuden a una consulta. Al parecer, es más frecuente que surja cuando se ha salido de una relación, las emociones se desestabilizan y crece la inseguridad en una misma.

Este síndrome pasa por tres fases fundamentales que sirven para reconocerlo, según detalla la psicóloga especialista en conductas adictivas y trastornos de ansiedad, Adriana Waisman:

1. Sentirse atrapada sin salida

Vivir constantemente llenándose de preguntas como “¿Me ven tan independiente que se asustan?” o afirmando “el amor es algo que me supera”, son señales de que algo sucede, ya que no se es capaz de ver la soledad como algo natural, sino que como un tipo de “karma”.

2. Sola… pero con alguien

Estar en pareja no es sinónimo de estar acompañado. Hay muchas parejas que se ven perfectas por fuera, sin embargo cuando están puertas adentro parecen unos desconocidos, momento en que nuevamente las preguntas aparecen: ¿Seguiré por costumbre?, ¿y si termino la relación estaré mucho tiempo sola?. Una alarma de que estás padeciendo este síndrome.

3. Crónica de una separación

Ya tomaste la decisión de acabar con esa relación y por ende ya no vives con eso que te molestaba de la otra persona, pero en vez de sentirte feliz, estás agobiada. Y es que después de haber estado en una relación -más si compartiste el mismo techo- los miedos aparecen al punto de llenarte de fantasmas, ya que estás saliendo de esa “zona de confort” para rearmar una nueva vida.

¿Cómo afrontar este síndrome?

La solución es sencilla pero al mismo tiempo complicada. Lo principal es ganar seguridad en una misma y empezar a ver que la soltería no es un mal divino, sino una parte más de nuestra vida que puede llegar a ser incluso saludable. Estar solas puede suponer un tiempo para conocer mejor las propias necesidades y explorar qué es lo que se quiere y qué no, pensar en cuáles son los verdaderos deseos y metas en la vida.

Lo que hay que conseguir es olvidar los mensajes que lanzan los medios o incluso algunos conocidos y tratar de fortalecer la autoestima, salir de la rutina que una se autoimpone y realizar las actividades que siempre se han querido hacer, sean las que sean. Se puede empezar por ejercicios que estimulen la creatividad y olvidarse del “qué dirán”.

Y no olvidae de que lo más importante es el propio bienestar. Pensar en una misma y tener en claro que la felicidad no depende de tener a alguien a tu lado, sino de aceptarte y estar a gusto contigo misma tal y como eres.