La búsqueda de lo ideal, por alguna razón, es algo inevitable. Supuestamente, con el tiempo, a medida que nos acercamos a la adultez dejamos atrás la inocencia y el idealismo de la adolescencia y somos capaces de aceptar situaciones y personas con sus propios matices. Eso es lo que socialmente está establecido que ocurra, pero, la mayoría de las veces, no lo es, y, en vez de dejar de idealizar, lo que hacemos es dejar de expresar la búsqueda de ese ideal y es así como el ideal se transforma en un anhelo reprimido que nos envenena silenciosamente. ¿Por qué idealizamos? ¿Por qué esperamos a esa persona única en la tierra, perfecta, que comparta el resto de la vida a nuestro lado? ¿Por qué esperamos ese trabajo perfecto o ese negocio con el cual nos volvamos millonarios, seamos profundamente felices y tengamos mucho tiempo disponible? Desde una mirada biológica, la idealización es una proyección de nuestra propia naturaleza, la cual está codificada para buscar el placer y garantizar la perpetuidad de nuestra especie. Desde un punto de vista filosófico, son variadas las corrientes que realzan la importancia del deseo en la vida humana. Si hablamos de deseo e ideal, surge la pregunta válida ¿El deseo existe gracias a que se persigue un ideal? Múltiples respuestas se originan a partir de ella, dependiendo de la posición que tomemos o del marco de referencia que utilicemos.

¿Por qué es riesgoso idealizar? Más allá de lo obvio de la pregunta, por estos días, el clima astrológico creará el ambiente adecuado para experimentar en términos de situaciones las grandes diferencias que existen entre un deseo, un ideal y un sueño. En este año, en el cual tres planetas están establecidos en supremacía en el signo de Capricornio, más que invitarlos a la reflexión los invito a la validación empírica. Astrológicamente, el deseo está conectado con el signo de Leo, regido por el Sol, representa la fuerza vital del ser humano, su mentalidad y su forma de vivir. Su signo opuesto y complementario es Acuario, actualmente regido por el planeta Urano, representa la innovación disruptiva, el desarrollo tecnológico, los grandes cambios y la igualdad de las minorías frente a las masas. No es inmediatamente evidente, pero detrás de cada innovación disruptiva, detrás de los grandes cambios tecnológicos y sociales, detrás de cada revolución en la reivindicación de los derechos de grupos afligidos hay un ideal. Un ideal es un deseo que nos traspasa y nos precede, no es sólo un objetivo, sino más bien es un propósito, es lo que da un impulso mayor no sólo al día a día sino también al sentido de la vida. Es de suma relevancia recordar que Saturno es el regente antiguo del signo de Acuario, por lo tanto, parte de la fuerza del caos radica en el ideal de establecer un nuevo orden.

Desde una mirada astrológica, un ideal es un deseo mayor que logra dar un propósito de dirección a un gran período de nuestra vida. ¿Y qué es un sueño sino un ideal? Somos seres de lenguaje, el lenguaje habilita nuestra capacidad de entendimiento, nos constituyen los relatos que nos contamos y establecen las pautas de nuestro comportamiento, porque más pronto que tarde creemos que la vida funciona de la forma como la entendemos. Es por eso que el ejercicio semántico de aclarar si es un deseo, un ideal o un sueño no es menor.

Desde la astrología, los sueños y las ilusiones pertenecen a otro reino, al reino de la magia, de lo invisible, de lo inmaterial. Pertenecen al reino de Neptuno y de lo inconsciente, y su energía no es en lo más mínimo similar a la del reino de Urano. En lenguaje metafórico sería como comparar el mar con el cielo.

¿Entonces, por qué tenemos tendencia a idealizar y sufrir por una ilusión que nunca viviremos? Resguardando la infinitud de las respuestas, desde un punto de vista astrológico hemos comprendido mal la ecuación. Deseo, ideal y sueño no son lo mismo. Son tres motores de funcionamiento que se articulan bajo la siguiente lógica: cuando tenemos un sueño, una ilusión y fantaseamos con lo que quisiéramos que suceda, estamos ante nuestro mundo imaginario, el cual cumple el gran rol de mostrarnos lo que no somos capaces de aceptar y en forma de ensoñación nos presenta un deseo. Siempre ha sido así y siempre lo será. El poder de lo invisible es mayor que el poder lo visible, y toda ilusión que no escuchamos, se transforma en un anhelo reprimido que nos envenena. Todo aquello con lo que soñamos despiertos nos revela un deseo. Tomar consciencia de este sueño y transformarlo en un objeto del deseo es el primer paso para crear una realidad. Cuando tengo la capacidad de desarrollar paciencia, nutrir con amor ese deseo, utilizar mis recursos físicos, emocionales y mentales para llevar a cabo todas las acciones que se requieran para alcanzar ese deseo, estoy frente a un ideal.

Esta semana, el Universo conspira para mostrarte con qué sueñas. Tienes dos opciones: o dejas que siga como un anhelo reprimido o lo aceptas, lo transformas en un deseo y creas un ideal. Recuerda: Los astros inclinan pero jamás determinan. Finalmente es tuya la decisión.