Un concejal de la ciudad ucraniana de Mariúpol ha acusado a Rusia de utilizar bombas de fósforo blanco -cuyo uso contra personas está prohibido desde 1997 por la Convención de Ginebra- en la lucha por el control de la localidad.

“El infierno ha llegado a la tierra, a Azovstal“, escribió este domingo el concejal Petro Andruchenko en su cuenta de Telegram.

En videos que circulan en las redes sociales se ven explosiones en la planta de Azovstal en Mariúpol que, según Anduchenko, serían de bombas de fósforo blanco.

Raining death #Azovstal pic.twitter.com/GLpmqo6tme

— Illia Ponomarenko 🇺🇦 (@IAPonomarenko) May 15, 2022

Las bombas de fósforo blanco producen un fuego que no se puede apagar con agua y sus componentes se pegan a la piel de las víctimas, que pueden arder hasta los huesos. Los supervivientes pueden tener secuelas de por vida debido a que los componentes de las bombas son altamente tóxicos y pueden causar daño solo con respirarlos.

Rusia no negocia

Rusia se negó este domingo a negociar la posible liberación de los combatientes ucranianos del batallón nacionalista Azov que se encuentran atrincherados desde hace varias semanas en la acería Azovstal, a los que llamó “criminales de guerra”.

“Convertir a los criminales de guerra de Azov en objeto de negociaciones políticas es una blasfemia en relación a la historia de 1941”, cuando la Alemania nazi invadió la Unión Soviética, dijo Vladímir Medinski, negociador jefe ruso, en su canal de Telegram.

Medinski consideró erróneo e inapropiado comparar Azovstal con la resistencia de los defensores de la fortaleza de Brest (Bielorrusia) ante el avance imparable de las tropas hitlerianas.

El negociador ruso se preguntó si esos soldados soviéticos habían utilizado escudos humanos, disparado por la espalda a civiles, habían canjeado civiles por comida y medicinas, se habían dirigido al Vaticano a la comunidad internacional o aceptado ser evacuados a otro país con la promesa de no combatir con el enemigo.

Cuando habla de crímenes de guerra, Medinski se refiere al “genocidio”, como lo llama Moscú, cometido durante los últimos ocho años por el Ejército ucraniano contra la población civil del Donbás.

Al anunciar la “operación militar especial” rusa en Ucrania, el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, esgrimió como uno de los argumentos la “desnazificación” de Ucrania, al tiempo que llamó “bastardos” a los neonazis.

Turquía se ha mostrado dispuesta a acoger a los combatientes que se encuentra en la planta metalúrgica del puerto de Mariúpol (mar de Azov), entre los que habría más de un millar heridos.

De hecho, un grupo de familiares de los combatientes, en su mayoría esposas, viajaron a Turquía para reunirse con su presidente, Recep Tayyip Erdogan, cuyo país ya acogió negociaciones entre ambos bandos.

Aunque Putin ordenó suspender el asalto de la planta, los bombardeos son intensos, según las autoridades ucranianas.