La campaña electoral en Brasil luce más enconada que nunca, después de que el presidente Luiz Inácio Lula Da Silva destituyó a su jefe de campaña, Ricardo Berzoini, por el intento de compra de un dossier sobre candidatos de la oposición. El escándalo se extiende cuando faltan sólo diez días para unas elecciones que Lula parecía tener ganadas, hecho que, según el nuevo coordinador de su comando de campaña, Marco Aurelio García, evidencia por sí solo la estupidez de quienes se embarcaron en el asunto. El dossier fue preparado por dos empresarios, vinculados a una red acusada de fraudes en la venta de ambulancias para el Estado.

    El documento contenía acusaciones falsas que implicaban, en ese caso, a los candidatos a la presidencia del país y a la gobernación de San Pablo por el Partido de la Social Democracia (PSDB), Geraldo Alckmin y José Serra, respectivamente. Los miembros del comando de campaña de Lula intentaron comprar el dossier y negociarlo con revistas locales. En una entrevista con el canal de televisión Globo, Lula condenó ayer ese intento, calificó de “abominable” e “inmoral” el hecho de “investigar la vida de los otros y pagar por eso” y reiteró que no acepta prácticas de esa naturaleza.

    La destitución de Berzoini, quien admitió que miembros del comité estaban en contacto con revistas, aunque afirma que desconocía la existencia del dossier, fue explicada por García, en su primeras declaraciones como coordinador de la campaña de Lula. Dijo que para Berzoini sería imposible “compatibilizar la dirección de la campaña con la necesidad de dar explicaciones” sobre el caso y reiteró su confianza en ese dirigente, quien también preside el Partido de los Trabajadores (PT). Las condenas de los implicados, varios de ellos estrechamente vinculados a Lula y a Berzoini, no bastaron para la oposición, la que, con el escándalo, ha recargado sus baterías en el tramo final de la campaña. Alckmin, moderado hasta ahora en sus críticas, subió el tono y comparó a Lula “con un ladrón de coches”.