BUENOS AIRES (DYN). La convicción de una segura y anticipada clasificación de Argentina al Mundial de Sudáfrica hace tiempo que se hizo polvo y sólo angustias regala el equipo de Diego Maradona, aun ante los rivales más débiles, tal cual quedó demostrado en el partido contra Perú en la tormentosa noche del Monumental, y nada hace pensar en un cambio en el horizonte que tiene a su frente. Un empate ante Uruguay le alcanzará a Argentina –salvo que Ecuador golee al Chile efectivo de Marcelo Bielsa, algo improbable por lo que uno y otro vienen mostrando– y la dejará, al fin, frente al mostrador para obtener uno de los pocos pasajes que quedan para Sudáfrica, pero ni aun ese resultado módico se hace simple imaginar a este equipo al que le cuesta todo.

     Ya, tras el partido en Asunción, Maradona abrió la puerta a la posibilidad de hacer un viaje a Centroamérica, para disputar la última plaza en la que se vislumbraba a Costa Rica como posible adversario pero que ahora tiene también a Honduras como candidato, un equipo que se vino abajo, igual que Argentina, en la precaria competición de la Concacaf. Argentina mostró nuevos nombres en el seleccionado pero no hay cambios sustanciales en el juego que se mantengan a lo largo de todo un partido. Martín Palermo, enarbolado en el artífice de la victoria agónica, solo tocó dos pelotas en los 47 minutos que estuvo en cancha. Se podrá decir que cumplió con lo que debe hacer, el gol, y lo hizo. Lo mismo para Gonzalo Higuaín, porque de tres chances metió una.

    Se dirá que Pablo Aimar fue el jugador que buscó la pelota en el medio para repartirla, a veces de la mejor manera, a un toque, como él bien sabe, uniéndose con Messi y dándole un pase perfecto al Pipita para que convirtiera, que Messi amagó con hacer las jugadas que son moneda corriente en el Barcelona. Pero son momentos efímeros sin continuidad a lo largo del juego en el conjunto albiceleste, quizás porque sus rivales sudamericanos ya bien lo conocen. Como ya es costumbre, el equipo pierde brillo rápidamente y la opacidad domina el análisis.

     La defensa sigue sin dar seguridad. Perú no avanzó en ningún momento del primer tiempo. Las tres pelotas que tocó el arquero Sergio Romero fueron por pases de sus propios compañeros. Cuando el austero equipo del Chemo Del Solar, sin nada que perder, se animó guiado por Vargas, complicó por arriba y abajo a la defensa, aún más desequilibrada porque ni Jonás Gutiérrez ni Martín Demichelis dieron pie con bola para impedir que el mejor jugador peruano metiera pelotas adentro del área. Ni Rolando Schiavi ni Gabriel Heinze ni siquiera el arquero Romero impidieron que Rengifo cabeceara solo y dentro del área chica. A la vista están los problemas de Argentina frente a la inminencia del choque en el Centenario del miércoles (ver más información en las páginas 23 y 24).

     Los orientales se llevaron más de lo que pedían. Se conformaban con un empate si la victoria en Quito no llegaba rápido, según había reconocido el delantero Sebastián Abreu en un reportaje reciente. Igual necesitarán ganarle a Argentina para quedarse con el pasaje directo y, de hacerlo, tendrá sabor a epopeya. Diego Forlán y Luis Suárez fueron la fórmula del éxito en la altura quiteña y tal cual el resultado que la celeste necesita, afilarán puntería para lograr el objetivo. De este lado del Río de la Plata sólo hay dudas porque el equipo de Maradona no se anima a más. Será el miércoles otra jornada para tener la oreja pegada a la radio y rogar para que el Chile de Bielsa siga dando satisfacciones al pueblo trasandino. Si Argentina gana, estará adentro del Mundial sin esperar otros resultados.