Los ministros de economía del planeta, reunidos hasta en Estambul, respiran aliviados al ver que la recesión ha concluido a nivel mundial, pero las semillas de una nueva crisis pueden haber caído ya en la tierra, según los expertos.

La Asamblea Anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial careció del dramatismo de la anterior, en octubre del 2008, semanas después del colapso del banco de inversión Lehman Brothers, cuando parecía que el pánico se iba a tragar al sistema financiero.

Un optimismo moderado ha permeado esta vez la reunión, al apreciarse el nuevo verdor de la economía, pero el ambiente es aún desapacible, ante el temor de que el repunte se atranque cuando se retiren los estímulos públicos y la sospecha de que burbujas nuevas ya están en formación.

“Existe una preocupación inmensa” sobre la posibilidad de una nueva crisis, dijo a Efe Steven Schrage, ex secretario de Estado adjunto de Estados Unidos.

Al fin y al cabo, la carcoma actual penetró en el sistema de forma imperceptible desde el 2003, cuando la Reserva Federal dejó las tasas de interés en uno por ciento durante demasiado tiempo para combatir la debilidad económica de entonces y las subió muy lentamente.

Ese dinero barato se canalizó al mercado inmobiliario estadounidense y lo mismo pasó en países como Reino Unido, Irlanda y España, donde los precios de la vivienda se inflaron de forma desorbitada.

Ahora los inversores han desviado hacia algunos países en desarrollo, según el FMI, parte de la liquidez inyectada por los bancos centrales en los países ricos, donde el costo de los préstamos públicos es virtualmente nulo.

Así, el índice MSCI de Mercados Emergentes ha subido casi 95 por ciento desde su mínimo de marzo.

Algunos expertos alertan de que esa escalada parece excesiva, especialmente porque la futura elevación de los intereses en los países ricos podría detener la entrada de dinero de forma súbita.

El FMI prevé que a corto plazo los flujos de capital hacia esos mercados aumentarán y ha aconsejado a Brasil específicamente que piense en retirar parte de su programa de estímulo para frenar la apreciación del real por el influjo de divisas. José Viñals, director de asuntos financieros del FMI, enfatizó que hay que tener cuidado de que los mercados no vayan “demasiado por delante” de la realidad económica y lleven a la sobrevaloración.

De momento el Fondo no cree que haya burbujas “importantes” en los países emergentes, “pero sí existe el riesgo de que se produzcan”, según dijo.

A Viñals le preocupa más, por ahora, que la mejora de los datos económicos lleve a la complacencia. “O se hace la reforma financiera en este momento o tendremos una crisis como la actual inevitablemente”, predijo.

Pese a las declaraciones altisonantes de la cumbre del G-20 y la Asamblea del FMI, un año tras Lehman Brothers Estados Unidos no ha aprobado ni un solo cambio significativo en su normativa financiera y lo mismo pasa en la Unión Europea.

Schrage destacó en particular el “riesgo enorme” que representa el mercado de derivados de crédito, donde los contratos aún “no son transparentes”.

La crisis, además, ha dado lugar al gigantismo bancario. En Estados Unidos, las cuatro mayores entidades financieras –Bank of America, JPMorgan Chase, Citigroup y Wells Fargo– poseen la mitad de los activos bancarios del país, frente a 27 por ciento del 2002, según un análisis del Instituto de Política Económica de Washington.

Eso significa que si cualquiera de ellas entra en problemas, pondrá en riesgo todo el entramado financiero.

“Las autoridades tendrán que mirar un alto nivel de concentración en los mercados con preocupación”, alertó Hung Tran, director del departamento de mercados de capitales del Instituto de Finanzas Internacionales, la mayor asociación de banca del mundo.

Esos cuatro gigantes cuentan de hecho con una garantía implícita del Gobierno, pues los mercados saben que Washington no les dejará caer tras haber asistido al caos que provocó la quiebra de Lehman Brothers.

Esa circunstancia podría incitarlos, según algunos expertos, a asumir más riesgos en busca de más beneficios, justamente el error que desencadenó esta crisis.