Ha vuelto el cabezón de su segunda luna de miel, aquel que un día se fue de su casa en aras de triunfos, buscando las luces parisinas y saludó al Papa para rendirle pleitesía y cuentas de la misión encomendada sobre la vigilancia de los mercenarios que aún pretenden dirigir los destinos de Latinoamérica, en oposición a los postulados y anhelos del profeta Juan Perón: si para el año 2000 América latina no está unida, será sometida y le quitarán los recursos por las buenas o por las malas. En ese mismo año, René Favaloro se suicidó porque lo asfixiaron financieramente y no percibir los 3.500.000 dólares que le adeudaba el PAMI. En el 2001, un delincuente huyó en helicóptero y se sientan en siete días cinco falsos presidentes. Al puntano, en Chapadmalal, le dijeron: “Si no te vas, te matamos”. Le apagaron la luz, tuvo que presentar la renuncia en San Luis.
Ingresa El Cabezón con Ruckauf y su proyecto improductivo argentino y acá retrocedemos a 1989. Ingresan Menem-Duhalde, previo incendiarle el país al paladín de la democracia, Raúl Alfonsín, modifican la Ley de Defensa, transfiriendo hacia el Ministerio del Interior Gendarmería y la Prefectura Naval. Duhalde, de matón de comité a peronista existe un universo de diferencia. En las elecciones del 28 de junio, el narcotráfico puso toda la carne en el asador para tratar de doblegar al Pingüino. Con Cobos o sin Cobos, el Mercosur está caminando. Los cipayos y sicarios van quedando en el camino. El narcotráfico y las multinacionales mafiosas con la complicidad del Vaticano, siempre impidiendo el crecimiento y desarrollo del país, aún está muy fresca en la memoria de los argentinos, la dupla Tortolo-Videla. Cabezón, este Gobierno dura hasta el 2011 y no se va a pudrir, como la fruta, antes de su vencimiento.