Héctor Antonio Garrafo Díaz era un activo integrante de la barra brava del Club Atlético Argentino. Lo ejecutaron de un tiro en la cara el lunes mientras conducía una monto en la que viajaba junto su mujer y su hija por calle Rivadavia, en Guaymallén. Tenía 38 años y, desde 1998, registraba varias entradas a la cárcel por robos y violación de la Ley de Estupefacientes. La pesquisa comenzó a ser liderada por el fiscal de Guaymallén Diego Lusverti y ayer, apenas asomó el sol, hubo detenciones por el caso.

Después del asesinato de su esposo, Roxana Cecilia Irrazabal fue llevada a la Oficina Fiscal Nº8 de Guaymallén para declarar, ya que era una de las testigos presenciales del ataque. La mujer, de 30 años, conocía de cerca al agresor y a su cómplice, porque los había visto minutos antes en una estación de servicio. Gracias a este aporte, los detectives derribaron una puerta de calle Santa María de Oro 710 y capturaron a los dos sospechosos: el Cata y su cuñado, un joven de 17 años (se reserva su identidad por tratarse de un menor de edad). Aportó sus identidades pero dijo desconocer el móvil.

Desde Investigaciones señalaron que se actuó rápido porque tenían el dato de que los presuntos autores del crimen tenían pensado dejar la provincia o la zona donde se escondían. Estaba ocultos en la vivienda de la pareja de Roberto Francisco Cataldo –de allí su alias Cata– nacido el 5 de mayo de 1976 y principal sospechoso de apretar el gatillo de un revólver que no ha sido hallado (ver aparte).

Si bien no encontraron pasajes de colectivo o de otro medio de transporte que acreditara que iban a dejar el territorio, un par de bolsos con ropa que les pertenecía acrecentaron las sospechas. “No fue fácil confirmar la hipótesis de que iban a escaparse porque la novia del sospechoso se dedica a la venta de ropa y había varios bolsos con prendas de vestir, pero se confirmó que en dos había ropa de ellos (por los acusados)”, dijeron a El Sol fuentes de la causa.

Después de la captura, Cataldo y el menor de 17 años fueron llevados a la Oficina Fiscal Nº8 y el fiscal Diego Lusverti les informó la imputación que recayó sobre ellos, homicidio agravado por el uso de arma de fuego. En el caso del joven, participación primaria. “Ambos prefirieron no hacer uso del derecho de declarar”, explicó Lusverti. Hoy va a ser un día importante en la instrucción. El fiscal dispuso que se desarrolle una rueda de personas en tribunales, en la que participarán la mujer de Garrafo Díaz y un par de vecinos que alcanzaron a ver a los dos sujetos que se movilizaban en moto y abordaron a la víctima. De resultar positiva, los dos imputados pasarán al penal de Boulogne Sur Mer. De lo contrario, podrían recuperar la libertad.

El homicidio ocurrió el lunes a las 15 en San José. Por calle Rivadavia hacia el oeste circulaba el Gordo Garrafo en una moto Zanella roja sin chapa patente. Lo hacía con su mujer y su hija, de unos 5 años. Previamente había discutido con un par de sujetos en una estación de servicio ubicada en Uruguay y Francisco de la Reta. Al llegar al cruce con Juan de Garay, dos sujetos que también iban en moto –sería una Maverick que fue secuestrada ayer en la casa donde se escondían los sospechosos y era propiedad del suegro del Cata– discutieron con Garrafo.

La pelea no duró mucho tiempo. Uno de los agresores sacó un revólver y disparó a corta distancia contra la víctima, quien murió en el acto. El proyectil de un revólver –no se hallaron vainas servidas– ingresó entre la nariz y el ojo del barra de Argentino, quien cayó con su moto. El Gordo llevaba una pistola en un morral Adidas negro y su pareja intentó esconderlo entregándoselo a una mujer de 42 años que se encontraba cerca de la escena. Se trata de una Bersa calibre 22 con cinco balas que fue incautada por policías que detectaron los llamativos movimientos de la fémina. El móvil es claro, pero creen que se trata de un conflicto relacionado con la venta de drogas. “Se llevaban mal desde antes que el sospechoso fuera condenado por robo”, finalizaron las fuentes.