La educación en la infancia, que contempla a chicos de hasta cinco años, en que la escolarización se hace obligatoria, es un etapa clave en el desarrollo de una persona. Sin embargo, a nivel del sistema nacional es poco lo que planifica y organiza para ese grupo etario.

    A pesar de la existencia de la Ley de Educación Nacional, que fija la inclusión escolar desde los 45 días, muchos objetan que “las acciones educativas fueron pensadas para un país federal, no para uno con 24 sistemas educativos, como el actual”. La atención a la “la constitución del sujeto” psíquica y físicamente desarrollado, desde un mirada más educativa y ligada a la medicina social (preventiva) fue hegemonizada por la gestión privada y en los últimos años comenzó a atenderse a nivel estatal y provincial.

    En general, los jardines maternales o salas para atender a bebés y niños de hasta 4 años, cuentan con una matrícula mayoritariamente de chicos provenientes de hogares de buen pasar económico y, como es histórico, registran un bajo acceso de los chicos de familias pobres. No obstante ello, muchas escuelas de provincias, como en Corrientes, se encuentran trabajando con la creación de salas auxiliares a la escuela o en centros comunitarios para atender la accesibilidad educativa de estos pequeños, de la llamada infancia temprana.

    Entre otras ONG sin fines de lucro que se ocupan con los estados de la inserción escolar de estos pequeños, la Fundación Navarro Viola realizó más de un centenar de proyectos, entre otros, en las ciudades de Virasoro y Santo Tomé, en Corrientes, donde se alcanzó la inserción de “17.730 bebés y niños de hasta 5 años pertenecientes a comunidades de alta vulnerabilidad”. Los beneficios que conlleva la inserción educativa en la infancia produce, según dicen, entre otras, “mejoras en las condiciones familiares y socio institucionales para las prácticas de crianza, salud y educación”, de los pequeños.

    También genera “acceso de los niños y sus familias a recursos, servicios y capacidades que garanticen sus derechos” y, además, el “fortalecimiento y sustentabilidad institucional y social de las entidades en contacto con la primera infancia”. Con datos oficiales del 2007 se contabilizó en el país que 40% de chicos entre 3 y 4 años estaba fuera del sistema, y se supone que por la leyes de Educación y de Financiamiento Educativo tendrían que estar los recursos para que estén siendo atendidos.

    ¿Debido a qué se considera clave esta educación temprana? Entre otras cuestiones, porque los chicos comienzan su sociabilización con el mundo exterior al hogar, con sus maestros, con la primera alfabetización, con los juegos y otras prácticas inéditas y, no menos importante, con la estimulación, mecanismo para el que hay que capacitarse y a veces los padres desconocen ese entrenamiento.

    ¿Qué otras ventajas conlleva? Entre ellas, la detección de trastornos o enfermedades en algunos chicos, para los que los responsables de las salas de educación temprana (jardines maternales y de inicial) están en condiciones de hacer las derivaciones correspondientes. Sin embargo, en esta área de la educación, la inserción de los chicos no será solo patrimonio de un Ministerio ni una comuna ni una Fundación, sino que se deberá focalizar ineludiblemente en las causas históricas y de raíz ligadas a la pobreza.