A menos de una semana del inicio del ciclo lectivo 2022, el SUTE advierte que no sabe qué medidas de fuerza tomará si no se acepta la oferta salarial que el Poder Ejecutivo hará este jueves en el inicio de las paritarias. Más allá de intentar generar presión en el Gobierno, lo que provoca es incertidumbre en padres, madres y chicos, que no saben si, finalmente, arrancarán las clases el lunes 21.

A esta altura, con el perjuicio que sufrió la educación durante los últimos dos años, con un sector gremial alejado de la presencialidad por meros intereses políticos, no hay espacio para este tipo de especulaciones. La conducción gremial debe entenderlo y dar un paso hacia la madurez. De lo contrario, no sólo ocasionará el rechazo de la  opinión pública, sino que serán los mismos docentes los que comenzarán a darle la espalda por sentir que se toman decisiones pensando en temas que nada tienen que  ver con lo que ocurre en las escuelas.

Del otro lado, el Ejecutivo fomentó esta tensión. Iniciar el diálogo a tan pocos días del retorno de los docentes y alumnos a las aulas tiene tres lecturas posibles: o está muy seguro de que la oferta será imposible de rechazar o quiere llevar al gremio a una situación de estrés para obligarlo a aceptar la propuesta o maneja muy pocas alternativas para el incremento salarial de este año y sabe que el conflicto será inevitable.

Como sea, está claro que están jugando con la educación de niños, niñas y adolescentes que necesitan de manera imperiosa volver a sentir que forman parte de un  sistema que los contiene.