Con la edición de hoy, El Sol cumple su segundo año de vida como diario. Como suele pasar, estas fechas siempre sirven para hacer balances y pensar en el futuro. No es nada innovador y sí casi una obviedad, uno de esos lugares comunes en los que solemos caer en la vida y en el periodismo muy a menudo.

    Nada de lo que escribamos y digamos hoy podrá variar mucho de lo que escribimos un año atrás y de lo que escribiremos –seguramente– el 29 de setiembre del 2007 para que usted nos lea el 30. Lo único real es que nuestra historia está en pañales, pero aún así ya aprendimos a caminar en un mercado difícil como la gráfica y en un momento en que la desesperanza y la incredulidad se apropiaron de los ciudadanos de nuestro país y nuestra provincia.

    Por eso, porque la incredulidad y la desconfianza aumentan en la sociedad, para nosotros es un verdadero orgullo y más motivo de festejo la confianza y la credibilidad que tienen en nosotros nuestros lectores y la sociedad en estos dos primeros años.

    La torta de cumpleaños se acaba, pero lo que no se debe acabar es nuestro desafío de ser cada día mejores y más precisos, más informados para ustedes, que cada día eligen leernos, y para que cada día sean muchos más los que se sumen a esa hermosa aventura de tener un diario entre las manos.

    Son dos años de esfuerzo empresarial, periodístico, administrativo y de nuestros amigos canillas, que son el primer vínculo con ustedes. Sólo dos años y parecen ya una eternidad. Y esa es nuestra aspiración, quedarnos eternamente en cada casa, en cada café, para que ustedes sepan lo que pasa y para ayudarlos a entender un poco más la realidad de un país y una provincia siempre complicados.