Un escrito. Una confesión. Diego Alejandro Barrera (50), el principal sospechoso que tiene la causa por el secuestro extorsivo seguido de muerte del empresario Diego Aliaga, se hizo cargo del hecho durante las indagatorias que se desarrollaron este lunes en los Tribunales federales.

Barrera, quien está detenido por una calificación que prevé perpetua, no aceptó preguntas cuando le notificaron la nueva acusación. Tampoco lo hicieron su mujer, Bibiana Sacolle, y los dos hijos de ella, Lucas y Gastón Curi, quienes están complicados por las pruebas incorporadas.

Los cuatro se despegaron de la imputación del fiscal federal Fernando Alcaraz a través de un papel que llevaba sus respectivas firmas.

Ver también: La nueva y dura imputación contra los detenidos del caso Aliaga

Palabras más, palabras menos, Barrera admitió que tenía problemas con Aliaga y que “se me murió”.

Asimismo, señaló que el hecho se produjo en el predio de calle Bandera de los Andes, en Rodeo de la Cruz. Sin embargo, para los investigadores de la causa, la muerte de Aliaga no se produjo en ese lugar.

Tienen confirmado en once cuerpos que tiene la causa que el empresario fue reducido en la propiedad de Guaymallén el martes 28 de julio para luego trasladarlo en una de las camionetas de la empresa de transportes propiedad de Barrera –Solicito– hasta un galpón de calle Jujuy de Ciudad.

Fuentes del caso contaron que Barrera admitió el homicidio y, además, le pidió perdón a la familia Aliaga.

En el escrito, agregaron, dijo sentirse arrepentido por el hecho.

Más allá de esto, para los investigadores, la confesión de Barrera fue una maniobra para despegar del secuestro fatal a su mujer y a los hijos de ella y para que la causa no continúe instruyéndose en el fuero federal y pase a la Justicia ordinaria.

Mientras todo esto sucede, la Cámara Federal será la que deba resolver el destino del expediente luego de que el juez federal Marcelo Garnica se declarara incompetente.

Este lunes, en una jornada maratónica, el fiscal Alcaraz le notificó las nuevas imputaciones a los cinco detenidos.

Lo hizo después del hallazgo del cadáver (el 11 de setiembre) y recibir un informe preliminar de la necropsia.

La calificación es, básicamente, por secuestro coactivo agravado por la participación de tres o más personas en concurso real con secuestro extorsivo seguido de muerte en concurso ideal con homicidio agravado con el concurso premeditado de dos o más personas, alevosía, homicidio criminis causa y también robo, tal como reveló este diario la semana pasada. 

Los investigadores judiciales y policiales no tienen duda que Diego Aliaga fue secuestrado y luego asesinado. 

Entienden que el 28 de julio se encontraron en el casa de calle Bandera de los Andes, donde los socios iban a desarrollar un emprendimiento de clínica de rehabilitación y allí lo redujeron.

Entre Barrera y los hijos de la mujer, más otros personajes, cargaron al empresario oriundo de Godoy Cruz en uno de los vehículos de la empresa Solcito y lo trasladaron hasta un galpón de calle Jujuy 840.

Allí lo habrían apretado hasta matarlo. Para ganar tiempo, se cree que uno de los hijastros de Barrera, Gastón Curi, llamó por teléfono al hermano de la víctima fingiendo otra voz y le dijo: “Dejá de mover el avispero y andá juntando un palo verde”. 

Debido a esto, la causa comenzó a instruirse en la Justicia federal como secuestro extorsivo. Cinco días después, la familia Barrera quedó detenida en su casa del barrio Dalvian. 

Los teléfonos los posicionaban en calle Bandera de los Andes y también en calle Jujuy.

Recién el 11 de setiembre, y gracias a la confesión del llamado “quinto partícipe”, identificado como Yamil Rosales y también imputado este lunes, los pesquisas se dirigieron hasta la zona donde trasladaron el cuerpo: Lavalle. 

Camino a Gustavo André, en Costa de Araujo, Policía Científica, Investigaciones y los funcionarios judiciales federales dieron con el cadáver de la víctima enterrado en medio metro.  

Lo trasladaron al Cuerpo Médico Forense y los legistas confirmaron que la víctima murió por asfixia mecánica. Tenía un trapo en la boca (sofocamiento), los ojos vendados y lesiones en las rodillas, signos de que estuvo inmobilizado durante el ataque.