fueron contundentes: tenía el arma homicida en su casa y también la bolsa con plata que había robado en el atraco que derivó en el homicidio de una persona que circunstancialmente pasaba por el lugar y recibió el impacto de bala que lo fulminó en un instante. Así lo entendió el tribunal de la Primera Cámara del Crimen, que condenó a 25 años de prisión a Ernesto Horacio Brizuela por el hecho ocurrido el 1 de octubre del año pasado en Las Heras, después de un asalto a una ferretería.
    Cuando el asesino escuchó el veredicto (fallo unánime), que leyó detalladamente el presidente del tribunal, Víctor Hugo Comeglio, hizo un gesto de asombro con la boca, como entendiendo que le esperaban muchos años tras las rejas, a los que estaba convencido que iba a escaparles antes de comenzar el proceso en su contra. Sin embargo, nada pudo hacer su abogado defensor, César Robles, para evitar una condena tan alta, aunque logró que no le dieran 35 años de prisión, tal como lo había solicitado el fiscal de Cámara, Javier Pascua. Para el representante del Ministerio Público, existieron pruebas contundentes para incriminar a Brizuela.
     “Con el correr de los testimonios, la presunción de inocencia se iba cayendo a pedazos”, sostuvo el jurista. El condenado llegó a debate acusado de ultimar a Antonio Torres (59), quien quedó envuelto en una balacera entre él y un policía, tras un asalto en la ferretería ubicada en la esquina de Maza y Juan de Dios Moreno. Y se fue de la sala luego de la sentencia de la misma manera en que llegó el primer día de juicio: esposado. Aunque esta vez con una diferencia importante, ya que irá a la cárcel, por lo menos, hasta el 2025, cuando cumpla los dos tercios de la condena y puedan otorgarle la libertad condicional (fue declarado reincidente, situación que lo compromete para solicitar este beneficio a futuro).
    Pascua manifestó en sus alegatos que Brizuela participó activamente del hecho y entendió que debía recibir la pena de 35 años de prisión por el delito de homicidio en ocasión de robo agravado por el uso de arma de fuego en concurso real con tentativa de homicidio criminis causa agravado por ser la víctima un funcionario policial y robo agravado por el uso de arma apta para el disparo. La sumatoria de los máximos de cada delito superaba el tope previsto por el Código Penal, que es 50 años. Sin embargo, el tribunal –integrado por Comeglio en la presidencia y Lilia Vila y Julio Carrizo–, decidió condenarlo por toda esa batería de delitos, excepto por la tentativa de homicidio criminis causa, que prevé una pena de entre 10 y 15 años de prisión. Por su parte, Robles cargó contra el uniformado, que arribó a la escena mientras se producía el ataque, y lo responsabilizó por lo que ocurrió: “Acá hay un único responsable y es el funcionario público. Actuó como un inútil y un incapaz. Es un pésimo funcionario”.
EL ASALTO. El día citado, dos delincuentes –uno de ellos Brizuela; el otro todavía permanece prófugo–, asaltaron el comercio. Al escapar se encontraron con un policía y comenzaron a disparar. Por la zona pasaba Torres, quien circulaba en bicicleta hacia la escuela donde asistía a clases su nieto, a quien iba a buscar. Pero nunca llegó a retirar al niño, porque uno de los proyectiles que intercambiaban el efectivo y los delincuentes lo mató en el acto. Antes de ingresar a la ferretería, los delincuentes dejaron encendida la moto en la que llegaron al lugar. Una vez adentro, pistola en mano, obligaron a los empleados a tirarse al suelo y sustrajeron 2.000 pesos de la caja recaudadora. Al escapar, un policía que se había bajado del micro unos instantes antes, y que fue advertido por un vecino sobre lo que ocurría en la ferretería, esperó que los delincuentes salieran, y cuando estos estaban por subirse a la moto, comenzó el tiroteo que derivó en la muerte de Torres.
    Los dos asaltantes lograron escapar en la moto y, cinco cuadras después, robaron a dos empleados de Supercanal la camioneta en la que estaban realizando sus servicios, ya que la moto había sido alcanzada por un balazo en el tanque de nafta. Dos días después, y demostrando poca inteligencia, Brizuela envió a su novia a la comisaría a retirar la moto que había sido secuestrada tras el ataque, y ese error derivó en su inmediata detención.