SAN PABLO, BRASIL (DPA). La competición pura, el uno contra uno de toda la vida, vuelve este fin de semana a Interlagos. La Fórmula 1 se pierde habitualmente en los vericuetos de la tecnología, los tecnicismos y las reglas complicadas, pero todo eso quedará en segundo plano en el Gran Premio de Brasil, porque Fernando Alonso y Michael Schumacher se juegan el título mundial cara a cara en esta última carrera.

    La situación pocas veces fue tan fácil de explicar: Alonso será campeón en todas las situaciones excepto en una, en la que Schumacher gane la carrera y el español no termina entre los ocho primeros. En la guerra psicológica de los últimos días, Schumacher y Alonso se pelearon por ponerse la piel de cordero:“Siendo honesto, el título ya está perdido”, insistió Schumacher una y otra vez.“Esto no se acabó, no doy nada por hecho. Hasta la última vuelta, todo puede pasar”, agregó el español.

    Como todo buen clásico que entrará en los anales del deporte, la lucha también tiene un fuerte componente emocional. Para Alonso será la despedida de Renault, equipo con el que fue campeón en el 2005 y al que cambiará el año que viene por McLaren-Mercedes. Pero aún más rápido palpitará el corazón de Schumacher, porque su adiós tiene aún más peso: se va de la Fórmula 1.

    La de Interlagos será la última carrera para el piloto de los récords, el más exitoso de la historia, el Lance Armstrong, el Jack Nicklaus, el Michael Jordan del automovilismo.“Será especial, sin dudas”, confesó. Hoy se comenzarán a probar algunos de los monoplazas, si es que el clima lo permite, en Interlagos. Ayer manifestaron que las condiciones climáticas serán buenas y que se correrá sobre pista seca. Todo está a diez puntos de diferencia, para ganarse la gloria del título.