Agustín Riquelme, el hijo del actual vicepresidente de Boca, puso en jaque al club luego de presenciar el domingo el Superclásico contra River en el palco de la Bombonera.
Y es que el joven no cumplió con el aislamiento preventivo luego de regresar de su viaje de egresados a Cancún junto con 149 estudiantes, de los cuales 44 dieron positivo de COVID 19.
Fuentes allegadas al exjugador sostuvieron que Agustín no estaba obligado a mantenerse aislado ya que no viajó "con los positivos" y que, además, ya había tenido coronavirus.
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Lo cierto es que hubo varios casos de chicos que, tras haber padecido la enfermedad, se reinfectaron en ese viaje al exterior y, de todas formas, los otros estudiantes que tampoco compartieron el vuelo con los contagiados sí estarían cumpliendo con el aislamiento.
La situación genera un escándalo en el seno del club y desnuda la falta de controles del protocolo, donde, también, las cámaras pudieron registrar a más de un infiltrado en el encuentro deportivo más televisado de la Argentina.
De hecho, el presidente Claudio “Chiqui” Tapia ya está analizando la convocatoria a una reunión de Consejo Directivo para analizar lo ocurrido.
Boca había notificado que a la Bombonera este domingo iban a ir 120 personas por el local y 75 por el visitante. Con nombre y DNI. Y el nombre de Agustín no estaba.
“No se puede invitar a un amigo a ver el partido, ni al hijo, ni a otra persona que no tenga una función concreta para el partido”, explicaron conocedores de la reglamentación vigente.
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