En poco más de tres meses, los papeles se han invertido completamente en la Fórmula Uno: ahora es Michael Schumacher el que sonríe, bromea y rebosa optimismo, mientras que los nervios comienzan a aparecer en Fernando Alonso.“El equipo no está ayudándome. Están más concentrados en el título de constructores”, se quejó el piloto de Renault tras el Gran Premio de China del domingo.

    Una catastrófica detención en los boxes y una mala estrategia de carrera le costaron a Alonso el triunfo en Shanghai. Distinto es el ambiente en Ferrari. Si en el Gran Premio de Japón Schumacher gana y Alonso no puntúa, será campeón del mundo, algo impensable después del Gran Premio de Canadá, cuando el español tenía 25 puntos de ventaja sobre el alemán.

    Schumacher dijo ayer: “La victoria fue un bienvenido impulso de motivación, aun cuando en realidad no lo precisemos.Todos estamos ansiosos por conseguir el título”. Schumi y Alonso llegan a la penúltima carrera del año (quedará Brasil el 22 de octubre) empatados en 116 puntos, pero el alemán tiene ventaja porque ganó siete carreras contra seis del español.