Que haya zonas vulnerables donde no se consiguen educadores, tal como damos a conocer en esta edición, es una clara muestra de que el engranaje no está funcionando como corresponde.

Está claro que se trata de problemáticas multicausales que atentan con los objetivos. Pero, justamente es allí donde el Estado tiene la oportunidad de tenderles una mano a los docentes, seducirlos y motivarlos con mayor protección, mejores condiciones salariales y nuevos planes de formación, que permitan potenciar el amor por enseñar, con el interesante desafío que suponen las escuelas urbano-marginales, tal como vienen realizando organizaciones no gubernamentales en el mundo.

Esto es, darles más valor a los docentes, premiarlos y poner su figura a la altura de una celebridad.