Oficialmente, no están en la agenda. Pero los conflictos bilaterales e internos que vive actualmente América latina serán el telón de fondo de la XIX Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, que arrancó ayer en la localidad portuguesa de Estoril.
“Formalmente, no. Institucionalmente, tampoco. Pero informalmente, sí”, manifestó al respecto el ministro portugués de Relaciones Exteriores, Luis Amado. “Estas cumbres son un espacio que permite gestionar algunas de esas tensiones”, agregó.
Y, pese a que el jefe de la diplomacia lusa expresó su confianza en que conflictos como el de Honduras o los que enfrentan a Venezuela y Colombia o a Perú y Chile no eclipsen el tema oficial de la cumbre Innovación y Conocimiento, no descartó que la cita pueda propiciar “un movimiento o una iniciativa diplomática” para quitar hierro a alguno de estos asuntos.
Uno de los temas más candentes es la crisis entre Venezuela y Colombia a raíz del acuerdo por el que Bogotá autorizó a Estados Unidos a usar hasta siete bases militares en el país sudamericano. Desde agosto, Caracas mantiene congeladas las relaciones con el país vecino en protesta por este convenio, suscrito finalmente el 30 de octubre.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, quien será uno de los grandes ausentes de la reunión, ha calificado de “traidor”, “mafioso”, “lacayo de Estados Unidos” o “pitiyanqui” a su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, que sí estará en Estoril. Según Chávez, ese acuerdo, lejos de servir para luchar contra el narcotráfico, el terrorismo y la guerrilla, amenaza a Venezuela y desestabiliza toda la región.
Hace tres semanas, Chávez llamó a su país a prepararse para la guerra y advirtió que si Estados Unidos agrede a Venezuela a través de Colombia, ello daría lugar a una “guerra de los 100 años” que se extendería a toda la región.
Uribe, por su parte, insiste con que no se dejará llevar por las provocaciones de Caracas y que quiere resolver la disputa por la vía diplomática. “Así como nosotros tenemos la más firme determinación de derrotar la violencia interna, también tenemos la más firme determinación de no sacrificar a nuestro pueblo en el juego de las guerras internacionales y menos en guerras con hermanos”, señaló.
El primer ministro portugués, el socialista José Sócrates, amigo personal de Chávez, quería propiciar en Estoril un acercamiento entre ambos gobernantes. Por la ausencia del venezolano, sin embargo, esta iniciativa cayó en saco roto. También España se había ofrecido a “aplacar” las tensiones entre los dos países.
Pero Colombia tiene también un frente abierto con otro de sus vecinos, Ecuador. Ambos países suspendieron sus relaciones diplomáticas a raíz del bombardeo colombiano a un supuesto campamento de la guerrilla de las FARC en territorio ecuatoriano, el 1 de marzo del 2008. El lunes pasado, sin embargo, Bogotá y Quito volvieron a intercambiar encargados de negocios, un paso importante para solucionar el conflicto y restablecer las relaciones.
La cumbre de Estoril abordará también el caso de Honduras, que, tras el derrocamiento del mandatario Manuel Zelaya, el 28 de junio, celebró ayer unas controvertidas elecciones presidenciales, respaldadas por Estados Unidos, pese a que la crisis no ha sido resuelta.
Zelaya, refugiado en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa desde hace dos meses y reconocido por la comunidad internacional como el presidente legítimo, ya anunció que impugnará el resultado de los comicios, que otros países de la región tampoco piensan reconocer.
Mientras, el gobernante de facto, Roberto Micheletti, se retiró de las actividades públicas durante una semana, con el argumento de que así la población podrá concentrarse en las elecciones, dando lugar a un insólito vacío de poder.
Otra crisis bilateral es la que viven Perú y Chile, dos países vecinos con unas relaciones históricamente ya difíciles y enfrentados ahora por un presunto caso de espionaje. Hace dos semanas, las fuerzas de seguridad de Perú capturaron al suboficial de la Fuerza Aérea Peruana (FAP) Víctor Ariza, quien confesó haber vendido secretos militares a Chile durante años.
En Perú, donde grupos nacionalistas y de izquierda exigen suspender las relaciones con el vecino del sur y desechar también el Tratado de Libre Comercio bilateral, relacionan este escándalo con un litigio fronterizo marítimo que ambos países llevaron a la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
El presidente peruano, Alan García, no dudó en tildar de vecina “triste” a su par chilena, Michelle Bachelet, a cuyo país calificó como una “republiqueta” envidiosa del desarrollo de Perú. Bachelet, por su parte, rechaza las acusaciones de espionaje.
Este será otro de los platos fuertes que acompañarán a los jefes de Estado y de Gobierno en Estoril.