El atentado que alcanzó de lleno ayer a un micro de pasajeros en el este de Beirut (de mayoría cristiana), que hasta el momento causó diez heridos, hizo saltar por los aires la calma que en las últimas horas parecía haber llegado a los campos de refugiados palestinos de Líbano. Después de un día que comenzó con combates en el campamento de Ain el Helu (en las proximidades de la ciudad meridional de Sidón), los esfuerzos negociadores de las facciones palestinas habían conseguido algo parecido a la tranquilidad en la zona.

    Además, el Ejército había bajado la intensidad de su ofensiva contra el campo de Nahar al Bared, en el norte del país, al cabo de tres días de bombardeos. Sin embargo, la explosión en el barrio beirutí de Sad el Bauchrieh amenaza con volver a extender la violencia por el país. Circulan versiones aparentemente contradictorias sobre si el ómnibus estaba circulando o estacionado y sobre el número de pasajeros que se encontraban a bordo del vehículo, que ha quedado completamente calcinado. Los daños materiales son cuantiosos y la TV ofrece imágenes de casas prácticamente reducidas a escombros.