Estocolmo se extiende sobre 14 islas, justo donde el mar Báltico se encuentra con el enorme lago Mälaren.

Quien recorra la ciudad va a chocarse todo el tiempo con el agua, pero los puentes están tan integrados al tejido urbano que muchas veces uno se olvida de que está pasando de una isla a otra. Cada una tiene su propio carácter y, desde los puentes, se aprecian algunas de las mejores vistas panorámicas.

Un lindo paseo es caminar desde el centro de Östermalm hacia el sur y cruzar Djurgårdsbron para admirar desde el agua el perfil del barrio más exclusivo de la ciudad. Del otro lado del puente está Djurgården, una isla de parques y museos, lugar de paso obligado para cualquier visitante.

Otra vista muy bonita de las fachadas y los edificios de la costa es la de Skeppsholmsbron, que une el centro de Estocolmo con Skeppsholmen, una isla que se puede recorrer a pie en media hora (ahí está el Museo de Arte Moderno, que vale la pena conocer y tiene entrada gratis).

Amantes de la bicicleta no se pueden perder la vista abierta desde el imponente puente Västerbron.

Tantolunden

El mejor momento del año para visitar Estocolmo es, sin duda, el verano. Además de estar rodeada de agua, la ciudad tiene muchos parques perfectos para hacer picnics en los larguísimos atardeceres estivales.

Uno de esos es Tantolunden, en Södermalm, donde hay una playa, cafés y un teatro al aire libre. Pero lo más especial de este parque es una colina con una zona de huertos y jardines comunitarios que parece sacada de un cuento de hadas, en pie desde 1915. En medio de las flores, frutas y verduras, se levantan unas casitas de colores donde la gente se instala para cultivar y cuidar el jardín durante el verano. El lugar se puede recorrer libremente, como cualquier espacio verde en Suecia. Los lotes de Tanto son una pequeña muestra urbana del amor de los suecos por la naturaleza y la vida al aire libre, por eso no es raro que sean tan codiciados: la lista de espera para conseguir uno puede durar 20 años.

Stockholms Stadsmission

Otro de los grandes orgullos suecos es el reciclaje. Estocolmo se jacta de tener el agua potable más limpia del mundo y la separación de residuos es una costumbre muy instalada. Con el mismo principio de reciclar y reutilizar funciona Stockholms Stadsmission, una cadena de tiendas del Estado que reciben y venden productos de segunda mano. La misma organización tiene también un restaurante, una panadería y una marca de diseño, y todas las ganancias se destinan a programas sociales. Las tiendas de Stadsmission son el sueño de cualquier amante de lo vintage y de las antigüedades: las cosas están siempre en buen estado, ordenadas por secciones y colores. Además son baratísimas. Se consiguen libros, cuadros, vajilla, ropa, accesorios, juguetes, textiles, electrodomésticos y artesanías. En algunas tiendas también sirven café. Un mercado de pulgas al estilo sueco (y sin las pulgas).