Todos, en menor o mayor medida, comprendemos qué es la automotivación. Cuando hablamos de ella, generalmente, nos referimos a esa capacidad de llevar a cabo  acciones que nos impulsan a salir adelante cuando estamos tristes o confusos, sin necesidad de que otro venga a nuestro rescate. Sin dudas, desde un punto de vista  mental lo comprendemos, el asunto es cómo implementar o accionar la automotivación cuando la necesitamos. 

Desde la astrología, está ligada a una tríada de las casas de fuego. Los pueblos antiguos denominaron a esta triada como Triángulo de la Vitalidad. Esto nos deja ver inmediatamente la relación entre la automotivación y la vitalidad, el asunto es ¿cómo conectar con la vitalidad cuando realmente no lo estamos?,¿cómo conectar con la fuerza de mi identidad cuando lo que deseo no me resulta? Para la astrología, una de las claves está en desarrollar nuestra visión analítica y la capacidad de dar su  justo lugar a cada elemento. Como casi todo en la vida, requiere práctica y entrenamiento; es decir, debemos cultivar la automotivación, no podemos pretender ser  gurús expertos en la materia cuando nunca antes lo hacemos. 

El primer paso para desarrollar una visión analítica en este ámbito implica conocer y reconocer los conceptos internos, es decir, las ideas que hemos armado en nuestra mente en relación con lo que nos motiva. ¿Cuál es la medida de éxito actual de su vida? ¿Qué está buscando alcanzar? ¿Qué siente que le hace falta? ¿Qué  considera que es la principal limitación interna que tiene, es decir, qué le falta a usted mismo para ser más efectivo? Lo más importante de conversar con uno mismo no es  definir metas, sino, más bien, explicarse lo que se quiere, se siente y se busca. A veces es muy útil pensar que dentro de nosotros se hablan varios idiomas y la  traducción no es simultánea. Dese el tiempo de comprender a fondo lo que quiere, use sinónimos, palabras afines; explíquese lo que no quiere si es necesario, pero  otórguese el tiempo para desmenuzar la idea. La capacidad de análisis se basa en el estudio de las partes para comprender el todo.

Cuando hayamos realizado el ejercicio interno de ver lo que realmente deseamos obtener, recién ahí estamos capacitados para automotivarnos. El segundo paso sería  algo así como detectar las llaves que activan el impulso. Lo primero que podemos ver cuando necesitamos automotivarnos es el miedo a algo: miedo a fracasar, a perder. Lidiar con los miedos cansa, y aparece el tedio disfrazado de desaliento o enojo. Debe ser capaz de ver más allá del enojo y el desaliento y preguntarse si cree que lo que desea hacer es algo que desea contar como parte de su pasado cuando tenga 85 años. Si la respuesta es no, ya sabrá qué hacer, porque tendrá  bastante más claro por qué no lo quiere o puede hacer y será capaz de transformar las ideas que internamente te están limitando. Pero, si la respuesta es sí, no cabe  duda que sin darse cuenta ya estará vibrando de otra manera y estará en el carro de la automotivación. Pensar en el largo plazo ayuda a comprender la guerra más allá de una batalla.