Entre la catarata de anuncios que hizo el ministro de Seguridad Alfredo Cornejo al hacerse cargo de esa cartera, luego del asesinato de Laura Abonassar, el 14 de abril del 2007, hay una cuestión que, damos fe, no camina. Cornejo declaró hace poco, menos de un mes, que los agentes de seguridad privada, distribuidos por la ciudad en muy buen número, ayudarían a los efectivos de la policía a combatir el delito. Pero ayer vimos algo que, según nos han contado lectores y allegados, se ha repetido en numerosas ocasiones.
El caso es el siguiente: pasa un hombre corriendo, luego de haber, por ejemplo, manoteado una cartera y detrás algunos ciudadanos tratando de detenerlo. Pues el ladrón pasa frente a un guardia de seguridad privada, que no hace nada por detenerlo. Y la explicación es muy simple y lógica: “No nos pagan por esto, sólo por cuidar este lugar”, dice.