Se calcula que más de 350 millones de personas tienen hepatitis virales en el mundo y que una muere cada 30 segundos por esta causa. En Argentina, se estima que entre 6 y 7 de cada 10 lo ignoran.

En línea con la propuesta de la Alianza Mundial contra las Hepatitis, en el marco del Día Mundial contra las Hepatitis Virales, que se conmemora este jueves 28 de julio, la Coordinación de Hepatitis Virales del Ministerio de la Salud, la Sociedad Argentina de Hepatología (SAHE) y la Coordinación de Salud Sexual, Sida e Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), el ANLIS-Malbrán y la Asociación Buena Vida y Fundación HCV Sin Fronteras reconocen que deben multiplicarse los esfuerzos desde el Sistema de Salud, la comunidad médica y el público general para incrementar la detección de pacientes, porque no se los está encontrando o, lo que es más probable, no se los está buscando lo suficiente, aunque hoy todos pueden acceder a los medicamentos para curarse.

“Cientos de miles de argentinos vienen cargando durante años con una bomba de tiempo en su organismo, sin saber que va generando daños irreversibles y que pone en riesgo su vida”, explicó Rubén Cantelmi, paciente curado y presidente de Buena Vida.

Por su parte, Soledad Alonso, coordinadora de Hepatitis Virales del Ministerio de Salud de la Nación, describió que “muchos países del mundo enfrentan inequidades en el acceso a los medicamentos que curan la enfermedad en pocas semanas. En cambio, en Argentina, las obras sociales, prepagas y el Ministerio de Salud cubren al 100% la medicación, independientemente del nivel o grado de avance en el que se encuentre la enfermedad, por lo que es importante destacar que, desde la Coordinación, abogamos por el testeo a mayores de 18 años, al menos una vez en la vida, y en todas las personas gestantes de cualquier edad. También es relevante lograr que aquellos que ya tienen diagnóstico vuelvan al sistema de salud y se curen, y así puedan evitar graves consecuencias hepáticas a futuro”.

Se está trabajando para encontrar pacientes y lograr que se aprovechen los medicamentos que están a disposición, por lo que llevan adelante múltiples propuestas de detección en todo el país y bajo diferentes estrategias. La iniciativa, que está demostrando ser uno de los caminos más directos para curar a personas de su hepatitis, y que está alineada con lo que mencionó Alonso, se enmarca dentro de lo que es la estrategia de revinculación.

La propuesta consiste en que los distintos servicios de hepatología, gastroenterología o infectología revisen entre sus archivos aquellas historias clínicas de pacientes que recibieron el diagnóstico, pero no volvieron a la consulta para tratarse y curarse. Si requieren asesoramiento sobre cómo dar los primeros pasos para hacerlo, la organización se pone a disposición para acompañar ese proceso.

Otra estrategia sumamente efectiva se denomina microeliminación en población priorizada y tiene que ver con testear específicamente a poblaciones de riesgo, aquellos con más chances de haber entrado en contacto con sangre contaminada, incluso en muchos casos de forma involuntaria. Sin la intención de estigmatizar en absoluto, lo cierto es que se ha comprobado que la prevalencia de hepatitis C es mayor entre veteranos de guerra, personas privadas de su libertad, aquellos en tratamiento de diálisis y quienes recibieron frecuentes transfusiones de sangre y derivados, tales como los pacientes con hemofilia, por ejemplo.

La Hepatitis C no puede esperar

Este año, la Alianza Mundial contra la Hepatitis continúa con su campaña haciendo hincapié en el concepto de que ‘no se puede esperar’. El tiempo es oro al hablar del diagnóstico de hepatitis porque muchos pacientes llevan décadas con la enfermedad sin saberlo, porque no da síntomas y no es habitual que un médico generalista pida el testeo de hepatitis C entre sus controles de rutina.

La campaña propone que “no se puede esperar” para trabajar por un mundo sin hepatitis. Distintas variantes de este lema general proponen en distintas piezas gráficas para medios, redes sociales y afiches, que no se debe perder tiempo y que no hay que esperar para testearse, ni tampoco se puede esperar a que esté disponible el tratamiento. Por último, subrayan también que no se puede esperar para construir un mundo sin discriminación y prejuicios hacia las enfermedades hepáticas.