Un hombre ingresó con ropa de una empresa de matafuegos sin levantar ninguna sospecha. Dijo que iba a revisar que los
matafuegos estuvieran al día y en condiciones. Minutos después, con los matafuegos en mano, dijo que estaban vencidos, que se los iba a llevar para traerlos recargados. Hasta aclaró que dejaría unos provisorios. Antes de retirarse, el ladrón dejó un comprobante que parecía verdadero.
A las horas, comentaron la visita que habían tenido y alguien del sindicato se sorprendió porque ya habían sido controlados meses antes. Ahí fue cuando se miraron entre todos y se dieron cuenta de que habían caído en una trampa.
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