La inflación registrada en los últimos meses produjo que las ventas minoristas caigan en mayo. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), cayeron un 3,4% en mayo con respecto al mismo mes del año 2021 y un 8,9% con relación a abril de este año. Si a los altos precios y al bajo poder adquisitivo se le suma que en muchos locales “maltratan” a los clientes, esto se transforma en un combo mortal para los comerciantes.

En Mendoza se volvió una costumbre tener que dejar bolsos, carteras y mochilas al ingresar a un comercio o supermercado, ya que los dueños de esos locales tienen miedo que sus clientes les roben mercadería. Inclusive, hay algunos lugares en los que el personal de seguridad privada se toma la atribución de pedirles a los clientes que abran sus carteras antes de salir para cerciorarse que “no se lleven algo sin pagar”, una especie de “requisa” que solo puede hacer la Policía.

Pero a esto se suma un hecho incómodo y absolutamente descortés para las madres y los padres que van a realizar compras con sus bebés en cochecitos. En la mayoría de los sitios no los dejan ingresar. Les piden dejar el coche en la recepción. Quienes tienen hijos saben que no hay nada más engorroso que mirar prendas o cualquier producto con un pequeño en brazos. La situación no sólo es fastidiosa para los adultos, sino también para los niños.

Hace unos días, una mamá vivió un momento desagradable en un local de calle San Martín de Ciudad. La mujer tenía una discapacidad en una de sus piernas e ingresó con su bebé en coche al comercio. El empleado de recepción no la dejó entrar. La madre le explicó que no podía cargar al niño, el empleado le dijo de muy mala forma que obedecía órdenes y las empleadas que estaban en la caja apoyaron a su compañero sin tener el más mínimo miramiento de lo que la mujer intentaba explicar.

La situación causó malestar en varios de los clientes presentes: “Somos todos chorros para esta gente, no hay que comprarles más”, dijo un hombre y se retiró del lugar con enojo.