Buenos días, a pesar de todo. ¿Hay animales de rapiña entre nosotros? Por supuesto, gente que vive a costillas de la desgracia ajena, que vive agazapada esperando que algún desesperado la busque para, entonces, aprovecharse de él. Muerden la carne del dolor con los afilados colmillos de la avaricia y se sienten muy bien cuando a otros les va mal. Pongo un ejemplo entre todas las especies malignas que nos asechan: los prestamistas. Tienen plata y la prestan, y esto podría aparecer como algo bueno, podría, de ser ingenuos, interpretarse como una ayuda. Pues a ellos les importa un corno ayudar. Su finalidad son los dividendos. Te prestan plata y te van sacando lentamente un ojo de la cara, y si no podés pagarles, mejor para ellos porque caen aviesamente sobre los bienes del desgraciado y hacen fortunas con una inversión de poca moneda. Tienen nuestra misma fisonomía, es decir, se parecen mucho a los seres humanos, pero dentro de su cuerpo de fantasía aparece el verdadero aspecto, el de las hienas, el de los caranchos, el de los cuervos. Les gusta el olor a podrido, y si no encuentran podredumbre, ellos mismos la producen. Uno puede verlos tomando café en la Peatonal o en sus sórdidas oficinas y puede engañarse y llegar a decir: “Pero parece un ser humano”. Pero no lo son, les faltan algunas propiedades para serlo, por ejemplo, la solidaridad, la ética, la moral, la bondad, la piedad, la honestidad y el trabajo, entre otros. Lucran con los desafortunados errores o desgracias de seres a los que el sistema los ha apretado de tal forma que no pueden escabullirse. Entonces, ellos le muestran una puerta de escape, pero es mentira, es una puerta que lleva hacia el abismo, y cuando caen, ellos sonríen, porque con el infortunio ajeno llenan sus arcas. No dudan de usar métodos mafiosos para cobrar y tienen una sarta de abogados que llevan adelante sus juicios, abogados de la misma calaña que el defendido. Dime a quién defendés y te diré qué clase de abogado sos. Porque, los carroñeros también tienen título. Yo pregunto, ¿qué de bueno les contarán de su vida a sus hijos o a sus nietos? ¿Qué enseñanza podrán dejarles? ¿Cómo serán recordados por aquellos que tuvieron la mala suerte de conocerlos? Andan por ahí sueltos, haciendo uso de libertad y gozando de impunidad social cuando deberían ser despreciados por todos. La Justicia muchas veces se pone de su lado, porque, a veces, la Justicia no se preocupa por la vida, simplemente se preocupa por los números. Trate de no caer en sus garras, por favor, haga lo posible por no pedirles nada, ni una Redbus, nada, no se transforme en carroña, usted es mucho más que eso, usted juega a favor de la vida, ellos se alimentan con la muerte.