Este fin de semana, los mendocinos pudieron disfrutar en las instalaciones del teatro Mendoza de Filomena Marturano, una obra clásica que mostró en escena la solidez actoral y el profesionalismo de Betiana Blum y Hugo Arana, los verdaderos artífices de la pieza, quienes estuvieron acompañados por un gran elenco de artistas. Con una escenografía simple y una combinación lumínica impecable, se dio inicio a la magistral obra de Eduardo De Filippo (adaptada por el director Manuel González Gil).

AVATARES DE UN VERDADERO AMOR. Durante una hora y media, los espectadores disfrutaron de una obra en la que el amor y el desamor, los encuentros y desencuentros, la dicha y la desdicha fueron los condimentos esenciales de una comedia consagrada por la crítica especializada. La apuesta pone de manifiesto la historia de Filomena (Blum), una mujer que ha pasado treinta años de su vida convertida en la amante y la sirvienta de Domingo (Arana), un millonario y mujeriego al que sólo le interesa disfrutar de sus placeres personales.

    Tras esta realidad, la desdichada mujer decide fingir su muerte con el único propósito de lograr que su amado se case con ella, para, de ese modo, lograr lo que tanto ansía: ser una mujer con identidad propia. Tras el engaño, ya consumada la boda, Filomena despierta y, sin muchos rodeos, se presenta ante su esposo diciéndole: “Tengo hambre, ¿qué hay para comer?”.

    Así comienza una divertida y emocionante reflexión sobre el matrimonio y la maternidad, en la que la protagonista no reivindica para ella el derecho de poseer sus propios hijos, sino el derecho de ellos a pertenecer a una familia. Una historia en la que priman (entre sus artífices) la falta de diálogo, el egoísmo y la no felicidad, causantes de un amor que permanece de pie sólo por la comodidad, la mentira o, quizás, porque en el fondo estos personajes aún sienten que hay una oportunidad para revertir esa sensación de abandono y soledad.

EJES DE UN GRAN ÉXITO. Si bien la pieza cuenta con once artistas en escena, las figuras centrales y las que mantienen el eje argumental con la adrenalina de una gran comedia son Blum y Arana, dos artistas a los que el actuar les fluye de un modo natural, convirtiéndose en dos figuras que son sinónimo de gran éxito.