El aceite de oliva sigue en el país los pasos del vino. El sector tuvo una gran explosión en los años 90 y actualmente se llega a hablar de varietales y maridajes con distintas comidas. Pero su producción está principalmente volcada a la exportación, porque en la Argentina todavía no termina de despegar su consumo: según datos de la industria, solo se consumen aquí 300 mililitros (ml) per cápita al año.

Si se compara el consumo local de aceite de oliva con el de otros países, se ve que hay mucho camino por recorrer: Grecia, por caso, consume 16 litros per cápita al año; España, 13; Italia, 10, y Portugal, 7. En la región, en tanto, Chile consume 750 ml; Brasil, 300 ml, y Uruguay, 500 ml.

A nivel local, el sector vivió en la década del 90 un importante crecimiento, a partir de la aplicación de leyes de promoción industrial. En paralelo, hubo importantes avances en las tecnologías de cultivo y en la incorporación de variedades para elaborar aceites varietales y aceitunas de mesa. Las provincias beneficiadas fueron Catamarca, La Rioja y San Juan, que se sumaron a las producciones de Córdoba, Mendoza y Buenos Aires.

Un informe elaborado sobre la base de datos del Ministerio de Agroindustria de la Nación señala que las exportaciones de aceite de oliva argentino aumentaron 193% entre enero y octubre de 2017, respecto de igual período de 2016, al comercializarse 33.900 toneladas por US$137,7 millones. El principal destino fue Estados Unidos, con el 41,5% de las ventas y un incremento anual de 220% en el volumen total, seguido por España y Brasil.

“Es un mercado cuyo consumo está firme y va en crecimiento. Hoy, a diferencia de hace 20 años, se encuentran muy buenos aceites de oliva extra virgen nacionales con envases y etiquetas de gran calidad que se ajustan a la tendencia del mercado internacional”, dice Claudio Andreani, director de la firma Yancanelo.

Fuente: Carlos Manzoni para La Nación