Los asesinatos sin razón son cada vez más comunes y se pone al frente gente de otras especialidades o más policías, pero el crimen aumenta y con el peligro que ya cansado el pueblo comience a tomar justicia por su cuenta, lo que sería un caos total. Hemos parado una ley de suelos que iba a arruinar Mendoza, para hacer una donde intervenga la gente que sabe: especialistas y científicos, y resulta que, por venganza o por no estudiar las consecuencias, desean hacer en el piedemonte, justo en el Dalvian, un edificio de 7 pisos, que ojalá jamás se haga porque sería el colmo del descontrol estatal.

       Y con el largo problema de los boliches, realmente surgen ideas alocadas que no van a solucionar nada. Se decía que en los boliches y en los alrededores no se iba a vender bebidas alcohólicas, y resulta que con un ticket, adentro parece que se va a poder tomar y quieren culpar a los padres cuando los chicos se emborrachan en vez de prohibir el alcohol. También está la hora de salida y entrada, que es igual que sea a las 4, a las 5 o las 5 y media.

      Hablan de la luz hasta tal hora, no hablan de los decibeles de la música aturdidora que no aconsejarían los médicos, y me pregunto por qué tienen que divertirse de noche. Antes, y no veo que ha cambiado, íbamos a bailar los domingos o sábados a partir de las 19 horas, hasta las 12 de la noche o la una y el día siguiente no dormíamos una borrachera ni había tanta facilidad de sexo entre menores.

      Estamos ocupándonos de buscar futuros cargos y componendas y justificamos promocionar leyes haciendo proyectos que nada resuelven, malgastando así los sueldos en ideas impensadas, con raras excepciones. Algún día aprenderemos a trabajar en serio. ¿Será?