Hace 80 años nuestros abuelos recién conocían la radio. Para los argentinos la fecha inaugural fue aquel 27 de agosto de 1920 cuando los Locos de la Azotea se subieron al techo del teatro Coliseo en Buenos Aires para transmitir la ópera Parsifal, de Wagner. Wagner es un compositor alemán muy talentoso y muy enérgico. Un amigo humorista dijo que cuando él escuchaba a Wagner, le daban ganas de invadir Polonia. Aquel día mencionado debería ser el inicio de una nueva era para la humanidad. La era de las comunicaciones. Nacían los medios electrónicos de comunicación.

    En el 50 apareció con inusitada fuerza un medio que estoy usando, o malversando, como ustedes lo quieran: la televisión. Hace poco más de cincuenta años de esto. No sabemos todavía qué ser estamos creando, todavía lo estamos viendo burbujear, no tenemos idea cuál va a ser el producto final. ¿Un ser más solidario? No lo sé. Seguramente, más informado. Pero no sé si más sensible, más emotivo, en definitiva, más humano. Nos bombardeamos con nuevas tecnologías, con nuevos inventos, con nuevas formas de conexión o de desconexión. Ahí está internet.

    Me parece maravilloso por un lado y me aterra por otro. Me parece maravilloso que nuestros niños puedan conectarse inmediatamente con un niño de México, de España, de las Filipinas. Me parece aterrador que cada vez jueguen menos con los pibes de su barrio. Internet es un medio magnífico para instruirse, para informarse, para saber, para entretenerse, para evitar la soledad, para abrir puertas en el mundo entero.

    Sin embargo, internet oculta peligros y perversiones, que pasan por la pornografía, la pedofilia, la violencia extrema, la incitación al suicidio, el sedentarismo, la dependencia extrema, el autismo cibernético, y hasta las degeneraciones de columna, los problemas de la vista, y los obstáculos para el crecimiento corporal. No es un jueguito cualquiera, una distracción cualquiera, es como el curare.

    El curare es un producto que obtienen los indios jíbaros de varias especies vegetales. En dosis pequeñas, controladas, puede ser un remedio para varias enfermedades. En dosis altas, a propósito dañinas, puede matar. Cuidado con internet. Sobre todo, cuidado con nuestros niños, de vez en cuando sería bueno que nos asomemos a la pantalla a la que ellos están asomados. Internet es tan amplio como la vida, y ya es sabido que la vida no es peligrosa. Lo peligroso es vivir.