En diferentes ámbitos y sectores hay tragedias que pudieron evitarse y que duelen cada vez más. Por eso, lo que ha sucedido en alta montaña –en plena frontera con Chile, con el fallecimiento de dos ciudadanas que esperaban horas para cruzar– es el peor ejemplo de la falta de políticas claras y de previsión frente a una demanda turística cada vez más creciente, sobre todo, desde este lado de la cordillera. 

En este espacio, desde el fin de año pero también antes de cada temporada, se vuelve imperioso referirse a este problema y hacer un llamado de atención por las demoras que significa atravesar la cordillera en un mundo cada vez más interconectado y entre dos naciones que no se encuentran en conflicto. Pero las reacciones y promesas siempre llegan tarde, cuando la realidad golpea de frente. Por eso, es fundamental detenerse, analizar el asunto en profundidad y destinar fondos para alcanzar una solución definitiva.