A veces las formas son tan importantes como el fondo de la cuestión. Y la convivencia y el buen trato entre la clase dirigencial debería ser un mensaje hacia el resto de la población.

Lo que ocurrió en la Quinta de Olivos estuvo lejos de eso. La negación de la presidenta Cristina Fernández a mostrarse junto al mandatario electo Mauricio Macri no hizo más que dejar en evidencia el poco espíritu democrático y el poco apego a la alternancia de poder. 

Se buscaba otra conducta. Tal como lo dijo Sebastián Piñera el día que llamó a Michelle Bachelet para felicitarla por haber vuelto a la presidencia: “Todos queremos lo mejor para nuestros hijos y para el país”. Si es así, el kirchnerismo aún no lo ha demostrado.

Bachelet saluda a Piñera cuando ganó en el 2010

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Piñera saluda a Bachelet cuando ganó en el 2014

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