Buenos días, a pesar de todo. La humanidad se la pasa hablando de sexo, a favor o en contra, pero se la pasa hablando. Decía un amigo mío: “A mí, de los chistes verdes, lo que más me gusta es practicarlos”. Los hombres argentinos hacen de su virilidad un tema frecuente en reuniones de amigos, es proverbial la insistencia de los árabes en estos asuntos, muchos de ellos polígamo, o sea que deben esmerarse en la acción. Un bígamo es un salame que se condena a tener dos suegras. El sexo sigue siendo tabú para muchos, por eso se dice “Ta”buena la vaga”, “Ta”bueno el vaguito”. Su importancia en la vida de la tipa o del tipo está presente directa o indirectamente en películas, cómics, programas de televisión, programas de radio, diarios, publicidades, conversaciones y charlas cotidianas y aun en leyes que pretenden tener ingerencia en el asunto con alguna seriedad.

     Según Alejando Dolina, todo lo que hacemos los hombres, exactamente todo, lo hacemos para levantar mujeres. Pero, ¿es así en la realidad?, esto que tiene tanto marketing, que es tan charlado, que produce tanta ostentación, tanto palabrerío, en la práctica ¿demuestra su importancia? Según una investigación realizada por una agencia prestigiosa de Londres, la Comisión Actualizada de Matrimonios Activos, cuya sigla es CAMA, en el mundo diariamente se practican 100 millones de actos sexuales. Si tenemos en cuenta que lo habitual para este tipo de práctica es que participen dos personas, generalmente de distinto sexo, el resultado es que, por día, las involucradas con el sexo son 200 millones de personas. Considerando que el mundo tiene 7 mil millones de personas, que son el resultado de dicha actividad, porque es sabido que la vida es una enfermedad mortal que se transmite sexualmente, resulta que un magro, yo diría un mísero 4 por ciento, se dedica diariamente a poner en práctica eso de lo cual todo el mundo charla. Suponiendo que ese 4 por ciento cambia las personas todos los días, entonces caeremos en la valoración promedio de que cualquier habitante del mundo realiza lo que tanto proclama una sola vez por mes.

  Esto es pura cháchara, che, mucha charla, mucha charla pero escasa efectividad, hablamos de la sartén pero no vamos a los bifes. No solamente no vamos a los bifes, sino que ni probamos la ensalada. En definitiva: va a resultar que el sexo es una actividad declamatoria que a veces, contadas veces, llega a ser ejecutada. Es como cuenta el chiste: Va un matrimonio a la farmacia, convencido de probar la eficiencia del Viagra, que nunca habían usado. El marido le pregunta al farmacéutico: “¿Cuánto cuesta una pastilla de viagra?”. “Diez pesos”, contesta el de guardapolvos. “¡Diez pesos una pastilla!”. “Es una barbaridad”, dice el señor. Y la señora le dice: “Bueno, viejo, cuarenta pesos al año no está tan mal”.